
En 1776, las colonias de América del Norte habían ganado la guerra contra Inglaterra, pero, se encontraban ante un nuevo enemigo: ellos mismos.
Trece colonias convertidas en Estados independientes y soberanos eran huérfanos sin un gobierno fuerte que los guiara por un mismo camino. Fue necesario entonces imponer controles internos y externos sobre la forma de gobierno agobiados con los problemas seculares de: codicia, egocentrismo, disensión y odios mezquinos inherentes en la administración de cualquier forma de gobierno. Desde ese entonces este hecho histórico, surgió como reacción contra poderes absolutos de gobierno llámese emperadores, reyes y monarcas. Las trece colonias de América del Norte guiados por líderes mas conspicuos y organizados en un poder constituyente redactaron el primer texto constitucional en el mundo y fue aprobado en 1787(Convención de Filadelfia).
En Europa con gran resonancia mundial, la primera Constitución es de Francia de 1791 como consecuencia de la Revolución Francesa. En Perú, si queremos ser fieles a la historia, la primera Constitución que nos rigió fue de Cádiz (España) de 1812 y fue jurada por las Colonias de América y éste sirvió de modelo a nuestras Constituciones posteriores.
Desde la Constitución de 1823 a la fecha, se ha llamado con varios nombres a saber: Carta política, Constitución Política del Perú, Constitución política del Estado. ¿Cuál es correcto? y ¿Será esto por nuestra azarosa vida política que se refleja en la diversidad de Constituciones que nos han regido y cuya mayoría ha tenido fugaz período de vigencia?
Debo precisar que al expresar o escribir “Constitución Política del Perú” en medios de información y textos oficiales del trípode constitucional (Legislativo, Ejecutivo y judicial) y otras instituciones, es un dislate por no decir lenguaje “microbusero” que es común en nuestra habla e inclusive en los discursos formales. Debemos expresar o escribir: Constitución Peruana y punto.
La razón es simple. Toda Constitución es política y para una nación. Expresemos y escribamos con sentido, a ver si así empezamos a desarrollar nuestro ordenamiento jurídico que no siempre se ha hecho siguiendo causes correctos, sino, por lo general han sido redactadas y aprobadas arbitrariamente. Peor aún, violadas sistemáticamente. ¿Razones? Es otro tema.
Para elaborar y enmendar la Constitución peruana debe ser discutida públicamente y redactada correctamente. Es necesario evitar dislates cuya mayoría de legisladores y asesores trabajan con la gramática tradicional (Antonio de Nebrija 1492). Resultado: Leyes frondosas y contradictorias que dan origen a leguleyadas, que muchas veces permiten traficar con las causas justas y protegen las injusticias.
Dejemos de actitudes arcaicas, como aquellos que expresan “el que tiene dinero habla y escribe como le da la gana” práctica de políticos domesticados que ofrecen el oro y el moro engañando a la nación. Por desgracia, cuando logran su deseo, les invade: la soberbia, la prepotencia. Obsesionados para mantener el poder, actúan metiéndole miedo a la población en complicidad con ciertos medios de información llamados “prensa y televisión amaestrada”, para conservar el statu quo que favorezca a sus intereses, mantener la costumbre de idolatrar y odiar a los candidatos cuando se realizan elecciones generales.
Max Weber, el gran sociólogo alemán, tenía razón: la cultura pesa, determina, inclina y acaba por decidir qué naciones prosperan y cuáles están condenadas al subdesarrollo mientras no cambien de hábitos, creencias y valores. “Para muchos el lenguaje es un problema, pero para ninguno es el principal problema.” (Mirko Lauer)
César L. Suárez Rojas
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